martes, 23 de febrero de 2010

A nadie

El otro día viendo viejas fotos me envolvió la melancolía. Los días de semana, por las mañanas, iba al colegio. Era un sufrimiento pero ahora lo extraño y me doy cuenta que hay cosas más duras. Molestábamos con mi elite. A la tarde cuando no había Educación Física nos ibamos a jugar al fútbol. Pero siempre por las tardes pintaba Sei Tú o Petrobrás con los pibes. Las andanzas, patinadas, risas, música, coca y tortilla o facturas con AdeS. Pero caía la noche en nuestra presencia mientras la gente pasaba. También pintaba tipo 9 una docena de panchuques que comprábamos en la puerta de Sei Tú junto con otra coca y ya bien llenos, onda 10 menos cuarto, volvíamos caminando. Bajábamos esa avenida. En donde estaba Millenium lo saludábamos a Hugo, que se iba con rumbo sur. De ahí seguíamos bajando hasta El Sauce. Ahí saludábamos al gordo y a chupe, que encaraban rumbo norte. Después bajábamos hasta la Sala Cuna donde yo encaraba rumbo norte también hasta la Salas y Valdez. Y después quedaba Ana solo para caminar hasta su casa, cruzando el canal. Esa era la rutina. La Aconquija era nuestra, y caminar no se nos hacía tedioso porque en Yerba Buena, cualquier distancia es cerca, se llega caminando. Como ir de cuadra en cuadra. En una época, cuando estaba Xan, también era divertido porque no se le entendía muy bien el castellano pero resultó ser un pibe muy bueno. Y esas eran las tardes. Comenzaban a las 17:00 y terminaban de noche, cerca de las 22:00. Llegaba cansado de caminar y molestar, me bañana, comía algo y me ponía a chatear. Después me tiraba en la cama, escuchaba algún disco y me quedaba dormido. Y al otro día al colegio otra vez, día tras día renegando de tener que levantarme temprano y prometerme falsamente que ese día me acostaría más temprano en la noche para dormir un poco más y levantarme más descansado y no sufrir tanto el proceso. Pero ¿iba a cambiar esas tardes y caminatas por Yerba Buena para dormir y levantarme descansado, privándome de las cosas que se aprendieron de lo vivido? Nunca. Y cuando pintaba un recital nos comunicábamos todos y salíamos a pegar afiches por todo el centro. Y por Yerba Buena también. Era un ritual. Cualquiera que haya visto a 20 personas pegando 100 afiches hubiese pensado que eramos muy inútiles para juntarnos tantos por tan poco trabajo. Pero la verdad es que todo eso era un aporte a la escena y un motivo más para juntarnos y compartir las cocas y las charlas. Y hacer el engrudo en alguna estación de servicio, ensuciar todo, que te puteen y que te les cagués de risa en la cara. Y pegábamos los afiches y así llegaban los recis y te percatabas de lo valioso que había sido la pegatina. No existía facebook por ese entonces, o no era muy popular, asi que a lo sumo usabas el fotolog (que tampoco era muy conocido) y el resto era boca en boca o msn. Y lo más copado de todo, era que siempre iba la gente. No importaba quien toque. Y por ahí extraño todo eso pero cabe recordar que mis días eran de secundaria y los pibes llevaban una vida no muy agitada. El día que decidimos todos ponernos las pilas, muchas de esas viejas actitudes quedaron en el camino. Y ahora cuando vas a un recital, si tenés tiempo y no tenés que trabajar o estudiar o preparar algún proyecto, te mirás a los ojos con todas esas personas que te mencioné antes de las tardes y las pegatinas, y parece que hubieran pasado 20 años, los ves medio lejanos a todos pero a la vez tan cerca, porque sintieron lo mismo que yo y sé que están tan contentos por verme, como yo por verlos a ellos y contarnos qué anduvimos haciendo en este último tiempo y nunca deja de sorprendernos. En esa época yo era consciente que se terminaba una etapa de mi vida, la del secundario y la vida light. Sabía que tenía que afrontar otro tipo de responsabilidad de ahí en más. Tuve miedo, el miedo lógico a lo nuevo. Fisher dijo en uno de sus libros "No puedo conocer lo desconocido si me aferro a lo conocido". De eso se trataba. Conocer lo desconocido. Pero ¿quién me quitaba el miedo? La cuestión es que llegaron las fechas en las que se dio ese punto de inflección en mi vida. Era gente nueva, de edades variadas. No era mi curso de secundario donde todos vivíamos al vicio y de vicio. De golpe tenía en frente gente con distintos ideales y creencias y que no tenían por qué caerme bien o yo caerles bien. Y lo pude afrontar, es cuestión de tiempo. Eso hoy ya es historia y se terminó. Ahora se vienen otras nuevas experiencias. Pero tengo menos miedo que antes, porque nos hacemos de experiencias. Y cada vez que me pongo a escuchar un disco, cada canción me hace recordar algún momento, con todas esas personas. Algunos recuerdos me sacan lágrimas, no por lo triste, pero porque ya se vivió y es simplemente melancolía. Me gusta recordar esas cosas. Nunca hay que olvidarse de dónde uno viene. Las raíces. Hoy ya no disponemos de los mismos tiempos. Algunos estudiando, otros trabajando. Otros ni siquiera en la provincia, otros ni en el país. Se complica en este seno. Pero son abanicos de opciones en otros senos. Siempre estarán vigentes. Siempre. ¡SIEMPRE!

1 comentario:

m,,* dijo...

ya te dije x msn.
la viiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiida honey, se nos vino encima

M.